En el almuerzo, me siento en su regazo y compartimos un plato de pollo y arroz. El traductor interpreta tus palabras, pero no se necesita lenguaje para sentir tu amor. En las próximas horas, me convertí en un hermano mayor, un hermano pequeño y un tío para dos. También aprendí que odio los plátanos.
Solía tener miedo de que mi madre muriera antes de conocerla. O que le importaba dónde estaba, si estaba a salvo. Yo también me preocupaba por ella.
Al igual que yo, muchos niños adoptados crecen preguntándose a quién se parecen, de dónde sacan sus personalidades: sus padres adoptivos o sus padres biológicos. Las preguntas son infinitas.
Recientemente, el gobierno de Guatemala lanzó un programa a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y el Consejo Nacional de Adopciones. Este servicio brinda a los adoptados guatemaltecos acceso a una base de datos de información sobre sus raíces biológicas. Para los adoptados, esto es mucho más que un motor de búsqueda informático. Podría proporcionar respuestas a la interminable lista de preguntas.
Espero que más adoptados tengan la misma oportunidad de conocer a sus madres biológicas como yo. Cuando nos conocimos, tuve un cierre y respuestas a mis preguntas. Cuando nos dimos un abrazo de despedida, supe que ella también tenía un cierre.
Con perspectiva, soy Mateo Berger.
Mateo Berger es estudiante de primer año en Redwood High School en Larkspur.