En las últimas dos semanas, los guatemaltecos llevado a las calles defender la transición democrática del país prevista para enero, cuando se espera que el presidente electo Bernardo Arévalo asuma el cargo. Más de 100 bloqueos de autopistas en todo el país han cerrado rutas de transporte y cruces fronterizos y han bloqueado las entregas de alimentos y combustible a lugares clave, incluido el principal aeropuerto de la capital.
Las protestas fueron en su mayoría pacíficas y se caracterizaron únicamente por un pequeño número de actos de vandalismo. Sin embargo, los tribunales ordenaron a las fuerzas de seguridad dispersar a los manifestantes y reabrir las carreteras del país para que la economía pudiera funcionar. Aunque el gobierno intentó poner fin a los bloqueos, la policía también tuvo cuidado de no utilizar fuerza excesiva, al entender que una represión brutal sólo atraería un mayor número de manifestantes y una condena internacional más fuerte. Al momento de escribir esta columna, los manifestantes continúan bloqueando carreteras en todo el país.
Los manifestantes persisten porque están convencidos de que las élites políticas y económicas dominantes están tratando de deshacer los resultados de la crisis del país. recientes elecciones presidenciales y permanecer en el poder de manera inconstitucional. En agosto, Arévalo derrotó a Sandra Torres en una segunda vuelta, una victoria sorprendente para la democracia guatemalteca después de una elección en la que la élite gobernante intentó mantener fuera de la boleta a todos los candidatos que podían representar un cambio. A pesar de estas prohibiciones de candidatos, así como de amenazas legales y recursos estatales destinados a influir en las elecciones, los votantes guatemaltecos lograron consolidarse en torno a un candidato –Arévalo– que representa una clara ruptura con el actual gobierno del presidente Alejandro Giammattei.