Familiares y vecinos de Elfego Roliberto Miranda Díaz, uno de los 16 migrantes guatemaltecos asesinados en Tamaulipas, México, en enero, acompañaron su ataúd por las calles de su ciudad natal y subieron un pequeño cerro donde lo enterraron el sábado por la tarde.

Más temprano en el día, familiares y amigos cavaron una tumba en el suelo árido del cementerio comunitario.

Entre lágrimas, su hermano Neftalí Miranda recordó a su hermano diciendo «Me voy a morir con una bandera en el pecho», mientras bajaban a la tumba el féretro de Elfego, cubierto con una bandera guatemalteca.

El 22 de enero, las autoridades mexicanas informaron del hallazgo de 19 cuerpos calcinados dentro de una camioneta incendiada en Camargo, Tamaulipas, al otro lado del Río Bravo desde Texas, un área marcada durante años por guerras territoriales entre los restos del Cartel del Golfo y el ex Los Cartel de los Zetas.

El resto de los migrantes asesinados serán enterrados el domingo ya que sus familias quieren más tiempo para llorar después de que sus restos regresaron a casa el viernes por la noche en San Marcos, un departamento en la frontera con México, dos meses después de que partieron hacia el norte en busca de emigrar a los Estados Unidos.

Entre enero y marzo de este año, según funcionarios, Estados Unidos deportó a 1,161 migrantes guatemaltecos.

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