En Guatemala, la mitad de la población vive en zonas rurales empobrecidas. Sus medios de vida dependen del cultivo de maíz o patatas, así como de cultivos comerciales como azúcar, plátanos y café, todos los cuales dependen de las precipitaciones. Pero los modelos climáticos predicen temperaturas más altas y menores precipitaciones en el futuro de Guatemala, lo que hace aún más precaria la supervivencia de estas comunidades.
Estos modelos, sin embargo, se basan en registros climáticos muy limitados. Ahí es donde entra Kevin Anchukaitis. Anchukaitis, profesor asociado de la Universidad de Arizona Escuela de Geografía y DesarrolloHa viajado regularmente a Guatemala como parte de su investigación desde 2008.
Según Anchukaitis, cuantos más datos haya en el modelo, más precisa será la predicción. Por eso, utilizando la ciencia de los anillos de los árboles, está trabajando para llenar los vacíos en los registros climáticos de Guatemala, con la esperanza de comprender mejor el futuro de su agricultura y sus comunidades. Anchukaitis y su equipo, incluido el científico guatemalteco Diego Pons, el profesor Matthew Taylor de la Universidad de Denver y la estudiante graduada de la UA Talia Anderson, pudieron reconstruir el clima pasado del país ya en el siglo XVII.
En los anillos de los árboles de las tierras altas occidentales de Guatemala, el equipo observó tendencias climáticas pasadas, incluidas sequías de varios años, una de las cuales duró ocho temporadas consecutivas. Si bien descubrieron que los recientes patrones de precipitación del país no son necesariamente inusuales a largo plazo, una sequía de esta intensidad plantearía un serio desafío para los agricultores de la región si volviera a ocurrir.
Es por eso que Anchukaitis y su equipo creen que la parte más importante de su trabajo es comunicar sus hallazgos a los miembros de la comunidad y a las partes interesadas. Conocer la variabilidad climática y sus efectos en el paisaje puede ayudarle a prepararse para las fluctuaciones de las precipitaciones, grandes y pequeñas.
“Si realmente queremos aumentar las posibilidades de que las comunidades sean más resilientes y menos vulnerables al cambio climático, entonces debemos brindarles información tan pronto como la tengamos, para que pueda integrarse en la planificación para el futuro”, dice Anchukaíte. .
Pasan gran parte de su tiempo no sólo recolectando muestras de anillos de árboles, sino también hablando con miembros de la comunidad –incluido el líder comunitario de Todos Santos Cuchumatán, Don Jerónimo Pablo Ramírez– sobre sus hallazgos.
“Mantenemos el bosque y lo cuidamos porque nos beneficiará en el futuro”, dice Ramírez. «Este bosque es importante porque sobreviviremos con él».