Tenia encontrada en el cerebro del hombre años después de que comiera alimentos contaminados con heces
En una noche como cualquier otra, un hombre de Massachusetts de 38 años perfectamente sano se cayó de la cama en medio de una convulsión violenta a las 4 de la mañana. La conmoción despertó a su esposa, quien encontró a su esposo en el suelo, temblando y «diciendo tonterías». Lo llevaron de urgencia al Hospital General de Massachusetts.
Allí, los médicos presenciaron que el hombre tenía una convulsión tónico-clónica (gran mal) de dos minutos, en la que perdió el conocimiento y sus músculos se contrajeron agresivamente. Los médicos comenzaron el arduo proceso de tratar de averiguar qué estaba mal, realizar una serie de pruebas y entrevistar a su familia.
Según casi todos los informes, el hombre gozaba de excelente salud. No tenía antecedentes de convulsiones ni trastornos cardiovasculares, respiratorios, gastrointestinales, genitourinarios o neurológicos. Sus pantallas de toxicología estaban claras. No tomaba medicamentos, ni recetados ni de venta libre. No fumaba y rara vez bebía. No había evidencia de que le hubiera sucedido algo recientemente que pudiera desencadenar una convulsión; el hombre había pasado el día anterior con sus hijos, luego cenó con su hermano, quien no informó nada inusual. El único indicio inicial del diagnóstico que se avecinaba era que el hombre había inmigrado a Boston desde la zona rural de Guatemala unos 20 años antes.
Pero cuando los médicos realizaron una tomografía computarizada (TC) de su cabeza, rápidamente redujeron las posibilidades. Una exploración reveló tres lesiones calcificadas en su cerebro y los médicos investigaron el diagnóstico de neurocisticercosis. En otras palabras, los quistes larvarios de una tenia porcina habían migrado a su cabeza hace años y anidado en varias partes de su cerebro. Los médicos han documentado su trabajo sobre la enfermedad del hombre en Un caso de estudio publicado el jueves 11 de noviembre en The New England Journal of Medicine.
intestino al cerebro
Aprender sobre el camino hacia la neurocisticercosis no es para los débiles de estómago; es una auténtica calamidad, tan nauseabunda como peligrosa. Las tenias del cerdo, Taenia solium, normalmente se asientan en el intestino humano, donde pueden alcanzar una longitud impactante de dos a ocho metros. Las víctimas del gusano, a su vez, expulsan los huevos del parásito en sus heces. Si estos excrementos cargados de huevos llegan a un ambiente con cerdos, los cerdos pueden llevar a cabo el ciclo de vida del gusano ingiriendo los huevos.
En el estómago del cerdo, el ácido gástrico hace que los huevos pierdan su capa protectora y se conviertan en quistes larvarios, llamados oncosferas. Pueden penetrar la pared intestinal y viajar a través del cuerpo del cerdo a través del sistema circulatorio. Eventualmente se entierran en los músculos del cerdo y se quedan al acecho como cisticercos, lo que generalmente no molesta al cerdo.