El aceite de palma es el aceite vegetal más consumido en el mundo y se puede encontrar en infinidad de productos envasados en los supermercados. Sin embargo, la producción de aceite de palma ha provocado deforestación y pérdida de biodiversidad en varias regiones, incluida América Central. Los esfuerzos para abordar este problema se han centrado en gran medida en los programas de certificación ambiental voluntaria que etiquetan las fuentes de aceite de palma como «sostenibles». Desafortunadamente, estos programas de certificación han sido criticados por permitir que las corporaciones multinacionales reivindiquen la sustentabilidad mientras siguen contribuyendo a la deforestación.
Un estudio reciente realizado por la Universidad de Michigan examinó la situación en Guatemala, donde se espera que la producción de aceite de palma aumente significativamente. El estudio analizó específicamente la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO), un influyente sistema de certificación ambiental. Los resultados del estudio respaldaron las críticas a los programas de certificación y plantearon inquietudes sobre su eficacia.
Los investigadores utilizaron imágenes satelitales y aprendizaje automático para rastrear la expansión de la palma aceitera en Guatemala entre 2009 y 2019. Descubrieron que las plantaciones de aceite de palma en Guatemala se expandieron aproximadamente 215 785 acres durante ese período, y el 28 % de las nuevas tierras agrícolas reemplazó a los bosques. Además, más del 60% de las plantaciones de aceite de palma se ubicaron en Áreas Clave para la Biodiversidad (KBA), que son cruciales para la conservación de la biodiversidad.
Contrariamente a las expectativas, las plantaciones certificadas por RSPO no redujeron significativamente la deforestación o la invasión de áreas ecológicamente sensibles en Guatemala. Además, las empresas multinacionales que eran miembros de la RSPO compraban predominantemente aceite de palma de extractores no certificados en Guatemala. Esto significa que incluso las plantaciones y plantas certificadas estaban contribuyendo a la deforestación.
El estudio identificó varias áreas afectadas por la expansión del aceite de palma, incluido el Río La Pasión, el Caribe de Guatemala y la Reserva de la Biosfera Sierra de las Minas. Estas áreas son el hogar de especies endémicas de peces, el quetzal (ave nacional de Guatemala), y brindan el sustento a miles de personas.
Los investigadores concluyeron que la certificación ambiental por sí sola no es suficiente para mitigar la deforestación. Hicieron hincapié en la necesidad de reformas en las políticas y prácticas de la RSPO, el seguimiento corporativo de las cadenas de suministro y una gobernanza forestal más sólida en Guatemala. El estudio destaca la importancia de abordar las deficiencias en los programas de certificación y encontrar formas más efectivas de promover la producción sostenible de aceite de palma.
En resumen, el estudio revela que las plantaciones de palma aceitera en Guatemala han contribuido a la deforestación y la invasión de áreas ecológicamente sensibles. A pesar de la presencia de programas de certificación, la investigación muestra que estas certificaciones no han protegido de manera efectiva contra la deforestación. Esto destaca la necesidad de una mejor gobernanza y seguimiento de la cadena de suministro para garantizar la sostenibilidad de la producción de aceite de palma en Guatemala y más allá.