Probablemente ya no haya nadie en Guatemala que no haya escuchado la expresión “pacto de corruptos”. Miles de personas han salido a las calles recientemente porque están cansadas de las estructuras corruptas del país, la mala gestión de los impuestos y la incapacidad del Estado para proteger los derechos de los ciudadanos. Las consecuencias de la corrupción repercuten en todos los aspectos de la sociedad guatemalteca, afectando no sólo la economía, sino también el bienestar de los ciudadanos.
El país centroamericano es uno de los 30 países más corruptos del mundo y el quinto país más corrupto de América Latina. Durante mucho tiempo, la mayoría de la población perdió la confianza en sus instituciones estatales. El autoproclamado presidente anticorrupción, Bernardo Arévalo, que asumió el cargo el 15 de enero –después de que miles de personas demostraran la feroz resistencia de la oposición a favor de una transferencia pacífica del cargo– puede ofrecer alguna esperanza a la gente cansada de la corrupción. Pero enfrenta la gigantesca tarea de desmantelar las estructuras profundamente defectuosas de sus predecesores.
Es difícil determinar el impacto exacto de la corrupción en la sociedad guatemalteca, ya que mucho permanece oculto. La falta de fondos es particularmente evidente en los sectores de salud y educación. Manfredo Marroquín, fundador de Acción Ciudadana (Transparencia Internacional Guatemala), ha estado monitoreando estructuras corruptas durante más de 25 años y concluye que los últimos tres gobiernos han sido los más corruptos de la historia. La corrupción no es un problema nuevo en Guatemala, pero recientemente ha alcanzado nuevos niveles con la infiltración total de todos los ministerios. Marroquín señala que “la corrupción mata gente en las calles y en los hospitales todos los días en Guatemala… La mayoría de las escuelas están en ruinas”. Incluso el personal docente es títere de los corruptos: con buenos salarios y empleos seguros, silencian la disidencia y, en cambio, los obligan a apoyar públicamente al Ministerio de Educación.
Impactos en la salud
San Juan Comalapa, una ciudad de 50.000 habitantes, no tiene un hospital en funcionamiento desde hace casi 10 años porque el ex director del centro de salud huyó con el dinero destinado al mantenimiento del hospital, dejando a la población a su suerte. De jueves a sábado, los pacientes pueden venir y ser atendidos por un médico y una enfermera. Esta iniciativa la lleva a cabo la comunidad local y no el estado. El actual director esperaba cambios, pero el dinero prometido por el alcalde antes de las elecciones nunca llegó.
En el pueblo vecino de Chimaltenango, el Estado al menos hizo algo: en noviembre, nueve personas fueron detenidas por corrupción en el marco de una razzia, tras haber malversado más de 67 millones de quetzales (unos 7,8 millones de euros). El departamento de investigación criminal también habló sobre actividades de fraude y lavado de dinero en este hospital. Marroquín confirma esta interacción entre los políticos corruptos de los ministerios y la dirección de los hospitales: el dinero muchas veces queda directamente en el Ministerio de Salud.
A lo largo de los años, los líderes políticos han explotado sus posiciones para beneficio personal, desviando fondos públicos de servicios esenciales y proyectos de infraestructura.
Un caso sin resolver Acción Ciudadana Lo que investiga es el hospital más grande del país, San Juan de Dios, que recientemente perdió el poder durante más de 24 horas. Según la dirección del hospital, la causa fue un problema de cable. Pero Marroquín ve el incidente como una consecuencia más de la corrupción, que, según el experto, provocó siete muertes que aún no han sido reportadas en los medios.
Otros innumerables casos también han enviado a la gente a la tumba. Quizás lo más grave fue un 'acuerdo controvertido' entre la farmacéutica mexicana PISA y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), que llamó la atención internacional cuando más de 50 pacientes renales murieron y varios otros contrajeron infecciones. Esto fue consecuencia directa de la decisión del IGSS de trabajar con la empresa, a pesar de la falta de experiencia e infraestructura adecuada para atender a sus pacientes.
Impunidad y cooperación de los corruptos
A lo largo de los años, los líderes políticos han explotado sus posiciones para beneficio personal, desviando fondos públicos de servicios esenciales y proyectos de infraestructura. Quienes intentan luchar contra los corruptos viven peligrosamente: son criminalizados –como recientemente los manifestantes a favor del presidente Arévalo– o directamente arrestados.
Los perpetradores, por otro lado, a menudo son conocidos pero no investigados o ignorados por jueces corruptos. En el caso del escándalo sanitario del IGSS, el equipo de Marroquín ayudó a encarcelar a los perpetradores en un juicio que duró más de cuatro años. Aun así, al poco tiempo, todos fueron liberados. La impunidad y las redes corruptas dejan actualmente pocas posibilidades de luchar contra la corrupción.
El nuevo presidente Arévalo prometió dedicarse a la lucha contra la enfermedad de la corrupción y “recuperar las instituciones”.
Durante varios años se supuso que la situación en el país mejoraría a medida que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), creada por las Naciones Unidas, tomaba medidas contra altos políticos, incluso presidentes y vicepresidentes, y ordenaba arrestos. se emitieron. Pero después de 12 años de trabajo anticorrupción, el exjefe de Estado Jimmy Morales expulsó a la CICIG del país con falsos pretextos. Desde entonces, los corruptos han estado haciendo lo que quieren, a pesar de las leyes anticorrupción existentes. Los periodistas independientes acaban en prisión en cuanto informan de la situación, otros se exilian en Europa o Estados Unidos.
El nuevo Presidente Arévalo prometió dedicarse a la lucha contra la enfermedad de la corrupción y 'recuperar instituciones.' Para ello creó una comisión nacional anticorrupción. Una de las primeras decisiones después de su toma de posesión fue mejorar el seguimiento de los presupuestos de los empleados estatales, como los gastos de vehículos. También está utilizando medios legales para persuadir a figuras clave como Consuelo Porass, la Fiscal General de Guatemala, conocida por su corrupción, a renunciar.
Ver a gran parte de la población en las calles protestando, unida en su oposición a las elites políticas corruptas, da esperanza a Guatemala. Pero Marroquín se mantiene cauteloso: “el nuevo presidente no forma parte de las estructuras corruptas de Guatemala, pero probablemente no tenga la capacidad de quebrar todo el sistema. No veo que Arévalo pueda actuar contra una fuerza tan poderosa, aunque tuviera esa intención.' Los próximos años demostrarán si Arévalo podrá enfrentar el pacto de los corruptos, que intentaron todo para impedir su presidencia.
«Fanático del tocino. Amable evangelista zombi. Practicante del alcohol. Explorador. Entusiasta del café. Escritor. Se cae mucho».