Más del 70 por ciento de los productores de cultivos que redujeron el área sembrada y esperaban una cosecha reducida en el primer ciclo de cultivo que ocurrió durante esta encuesta, enfrentaron algún tipo de dificultad con sus cultivos, principalmente enfermedades de las plantas, daño y pérdida de cultivos y dificultad de acceso a fertilizantes y otros insumos.

Los principales impactos informados por los hogares encuestados fueron los impactos económicos, incluidos los aumentos en los precios de los alimentos y los combustibles, y la pérdida de ingresos. Según los datos, estos choques fueron los principales impulsores de la inseguridad alimentaria y los hogares afectados por los choques económicos enfrentaron una mayor inseguridad alimentaria que los hogares que no se vieron afectados por los choques económicos.

La recopilación de datos se llevó a cabo durante la temporada de escasez. Los indicadores de seguridad alimentaria como la Escala de Experiencia en Inseguridad Alimentaria (FIES), la Escala de Hambre en los Hogares (HHS) y otros indican una alta prevalencia de inseguridad alimentaria en muchos departamentos de Guatemala, pero especialmente en Alta Verapaz, Baja Verapaz e Izabal. Los hogares lograron mantener su consumo de alimentos mediante la participación en estrategias de respuesta a la crisis en la mayor parte del país. Estos mecanismos de respuesta a nivel de crisis, como la reducción del gasto en insumos agrícolas, son más difíciles de revertir y es probable que reduzcan los flujos de ingresos y los niveles de producción en el futuro.

En el corto plazo se debe mejorar el acceso a distribuciones en efectivo o vales, subsidios o distribuciones en especie para los productores agropecuarios, especialmente en Alta Verapaz, Baja Verapaz, Chiquimula, Jalapa, Santa Rose y Sololá.

A más largo plazo, deben promoverse las actividades generadoras de ingresos, así como la estabilización de precios para mejorar la seguridad alimentaria y proteger los medios de subsistencia.