Es posible que la historia contada por el actor en su acción esté en contradicción directa con la versión de los hechos alegados por el demandado. En tales casos, el tribunal arbitral habrá uno especial interés en las pruebas aportadas para descubrir la verdad, es decir, lo que realmente sucedió.
Para ello, documentos como las cartas, los correos electrónicos e incluso los mensajes enviados a través de la aplicación serán una prueba importante, ya que contienen la recopilación de lo comunicado entre las partes. Sin embargo, no todos los hechos quedan plasmados en un documento, o puede ser necesario explicar, enfatizar o ampliar su contenido. Para este efecto, testigos serán de gran utilidad ya que permiten a los árbitros estar en estrecho contacto con quienes intervinieron en el asunto.
No obstante, corresponderá a las partes y a sus abogados decidir cuándo conviene proponer a cada una de las personas implicadas como testigos o cuando es mejor prescindir de tu un testimonio. Aquí hay algunas ideas para tomar esta importante decisión.
- Debe tener un propósito.
Parece obvio, pero la primera regla general para determinar si el testimonio de un testigo agregará valor al arbitraje es determinar si el testigo puede aclarar alguno de los puntos en cuestión. Este punto será el foco de todo el interrogatorio; es decir, el testimonio habrá servido su propósito solo si ha logrado transmitir al árbitro información valiosa sobre ese asunto en particular.
Es oportuno considerar que no todas las personas involucradas cumplen con este requisito. Es posible que haya participado un individuo, pero de manera circunstancial o indirecta y, por tanto, su testimonio no aporta a la estrategia del caso.
- El testigo debe transmitir credibilidad.
El testigo debe testificar con seguridad, naturalidad y con un lenguaje corporal apropiado.
Un testigo nervioso, conflictivo y contradictorio genera incertidumbre en los árbitros sobre la veracidad del testimonio e incluso la buena fe con que las partes deben conducirse en el arbitraje.
Las entrevistas con posibles testigos antes del arbitraje ayudarán a determinar si tales dificultades pueden superarse o si sería mejor renunciar al testimonio.
- Evite sorpresas preparándose para el examen y el interrogatorio.
Los buenos resúmenes legales son claros, completos y convincentes. Es deseable Aléjese de la escritura tediosa y confusa que requiere que lea cada párrafo más de una vez para tratar de desentrañar su significado.
Lo mismo se aplica a un testimonio. La preparación de los interrogatorios nos permitirá tener un hilo conductor durante la audiencia, además, será una excelente oportunidad para anticipar respuestas que ameriten reevaluar estrategias dentro del proceso.
Probablemente sea una cuestión de estilo, pero las respuestas muy largas o los testigos incoherentes tienden a perder la atención de los árbitros y disminuir la oportunidad de transmitir el mensaje central.
Para completar la preparación, es importante tener en cuenta que si no logramos ensayar el interrogatorio, estamos a mitad de camino. O interrogatorio son las preguntas que nuestro testigo le hará a la parte contraria, por lo que será una prueba valiosa de cómo se comportará el testigo cuando esté bajo presión.
- Haz una reflexión final.
El último paso consiste haciendo una pausa para examinar todos los aspectos mencionados anteriormente y otros dictados por la experiencia, para decidir si el testigo será propuesto o no. Puede ser frustrante después de tanto trabajo dejar fuera al testigo, pero debemos recordar que el objetivo final no es su testimonio, sino transmitir los hechos claramente al tribunal.
En este punto, es oportuno tener en cuenta que la balanza debe inclinarse hacia el 80%, o incluso más, en cuanto al valor agregado por el testimonio versus los aspectos que puedan generar cierta incertidumbre en los árbitros.
Es importante señalar que toda esta preparación no tiene como objetivo ocultar la verdad o influir en el testimonio de los testigos, sino lograr que el caso se presente de la mejor manera posible para obtener una resolución objetiva y justa.