Por: Lexi Zabel

No todos los días vuelas más de 2.000 millas (unos 3.218,69 km) a un país centroamericano. Recientemente, un grupo de estudiantes del Club de Desarrollo Comunitario de Graceland tuvo la oportunidad de viajar a Guatemala para aprender. El grupo incluía a Peyton Anderson, Katie Bover, Addison Cole, Audrey Cole, Josh Newton, Grace Moores, Adam Sherer e Ishbel Wilson. Mientras estuvieron allí, tuvieron la oportunidad de aprender sobre la cultura guatemalteca, interactuar con familias y jóvenes y aprender a construir una cocina para una escuela. Pocas personas saben qué esperar y cómo abordar una experiencia de aprendizaje como esta. Esta oportunidad impactó profundamente a los estudiantes. Esperan compartir con otros sus experiencias y animar a otros estudiantes a viajar en los años venideros.

Max Pitt, profesor y consejero del Club de Desarrollo Comunitario de Graceland, y Morgan Bradford, director de Residence Life, ayudaron a hacer posible el viaje planificando y acompañando. Para Pitt, llevar a los estudiantes a Guatemala fue una experiencia especial porque les ayudó a «aprender cómo la gente vive con un nivel de ingresos totalmente diferente y experimenta alegría». Junto con eso, menciona cómo estar en un entorno desconocido, sin saber qué esperar, no solo educó al grupo que fue, sino que también les enseñó más sobre sí mismos. La esperanza de Pitt es que los estudiantes de Graceland utilicen la educación de los guatemaltecos y se sientan inspirados por las lecciones que aprendieron, las personas que conocieron y los recuerdos que crearon. Pitt dice: «Que la inspiración de esta experiencia anime a más estudiantes de Graceland a viajar a Guatemala, aprender sobre el desarrollo comunitario auténtico y ayudar a otros a ayudarse a sí mismos a nivel local y global».

Pitt, Bradford y los estudiantes de Graceland trabajaron en estrecha colaboración con dos organizaciones sin fines de lucro para ayudar con proyectos, construir relaciones y aprender de cualquier manera que pudieran. Dentro de estas organizaciones, el objetivo es educar a familias e individuos sobre cómo pueden ayudarse a sí mismos. La gente fácilmente malinterpreta el propósito de oportunidades de viaje como esta. El objetivo era aprender de los guatemaltecos porque ellos eran los educadores. Pitt explicó: «Están escribiendo la historia, solo tuvimos la oportunidad y el privilegio de leerla». Dicho esto, el Club de Desarrollo Comunitario pudo integrarse con la gente de la comunidad, construir relaciones y crear recuerdos al trabajar juntos y crear algo especial. Se garantiza que esta experiencia será una que todos los involucrados nunca olvidarán, y siempre guardarán estos momentos en sus corazones.

Otra gran parte de este viaje fue la comunidad que se creó. Más específicamente, Katie Bover compartió: “Una de mis cosas favoritas que realmente me impactó fue que podíamos sentir cuán fuerte era la comunidad. Todos comentamos lo amables que eran todos, casi todas las personas con las que te cruzabas en la calle te decían hola o te saludaban y eso me encantaba. Bover también explica cómo uno de sus momentos favoritos fue jugar a las cartas con algunos de los niños. Si bien hubo desafíos debido a los diferentes idiomas, Bover señaló: «Es realmente especial experimentar la facilidad con la que puedes conectarte con los niños a través de la barrera del idioma y otros obstáculos, y es algo por lo que estoy muy agradecido». En general, está claro que los estudiantes de Graceland han regresado con conocimientos y experiencias que llevarán consigo dondequiera que vayan.