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El reformista Arévalo asumió la presidencia de Guatemala a pesar de los esfuerzos por descarrilar la toma de posesión
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El reformista Arévalo asumió la presidencia de Guatemala a pesar de los esfuerzos por descarrilar la toma de posesión

Bernardo Arévalo prestó juramento como presidente de Guatemala el lunes, minutos después de la medianoche, a pesar de meses de esfuerzos para descarrilar su toma de posesión, incluida la lentitud y las crecientes tensiones que condujeron a la transferencia de poder.

Arévalo asume la presidencia tras ganar las elecciones de agosto por un cómodo margen. Pero nada ha sido sencillo desde entonces, con la Fiscal General Consuelo Porras y observadores de las fuerzas establecidas diciendo que ella plantea un desafío legal tras otro contra Arévalo y su partido.

Aunque cientos de partidarios de Arévalo presionaron a los legisladores para que respetaran la Constitución, incluso chocando con la policía antidisturbios afuera del edificio del Congreso el domingo, el proceso de toma de posesión se prolongó durante horas hasta la noche anterior en que él asumió el cargo poco después de la medianoche.

Arévalo, un académico progresista convertido en político e hijo de un presidente guatemalteco al que se le atribuye la implementación de importantes reformas sociales a mediados del siglo XX, asume el cargo con la esperanza de enfrentar la arraigada corrupción de Guatemala. Pero no será fácil.

Tiene poco apoyo en el Congreso y el mandato de Porras como máximo funcionario encargado de hacer cumplir la ley del país se extiende hasta 2026, aunque Arévalo ha dicho que una de sus primeras órdenes del día será solicitar su renuncia.

Sus partidarios habían estado esperando horas para una celebración festiva de inauguración en la icónica Plaza de la Constitución de la Ciudad de Guatemala y estaban hartos de otro retraso más, empujando a la policía fuera del camino antes de reunirse frente al Congreso para exigir a los legisladores que detuvieran el retraso y nominaran a la delegación que debería asistir al Congreso. ceremonia.

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“Si ellos no prestan juramento, juraremos nosotros, el pueblo”, dijo una de las manifestantes, Dina Juc, alcaldesa de la aldea indígena de Utatlàn Sololá.

La toma de posesión estuvo, por tanto, marcada por disputas y tensiones jurídicas, como ha ocurrido casi todos los días desde la contundente victoria electoral de Arévalo el 20 de agosto.

El Congreso, que se suponía asistiría a la inauguración como una sesión especial de la legislatura, se vio envuelto en amargas luchas internas sobre a quién reconocer como parte de la delegación del Congreso, mientras los miembros se gritaban entre sí.

El comité de liderazgo encargado de hacerlo estaba lleno de opositores de la vieja guardia de Arévalo, y la demora fue vista como una táctica para prolongar la toma de posesión y debilitar a Arévalo.

“La comisión se está demorando demasiado en revisar las credenciales (de los legisladores) y está exigiendo requisitos que ni siquiera están en la ley”, dijo Román Castellanos, congresista del Movimiento Semilla de Arévalo.

Arévalo escribió en sus cuentas de redes sociales que “están tratando de dañar la democracia con ilegalidades, detalles intrascendentes y abusos de poder”.

Samantha Power, administradora de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, en representación de la administración Biden en la inauguración, dijo vía X: “No hay duda de que Bernardo Arévalo es el presidente de Guatemala. Hacemos un llamado a todas las partes a mantener la calma y al Congreso guatemalteco a defender la voluntad del pueblo. El mundo está mirando”.

Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos, dijo en nombre de las delegaciones extranjeras presentes en la inauguración que el congreso debe transferir el poder a Arévalo y respetar la voluntad del pueblo expresada en las elecciones.

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Porras intentó todos los trucos legales posibles para llevar a Arévalo a juicio o prisión antes de que pudiera asumir el cargo. Y el partido de Arévalo no tendrá mayoría en el Congreso y es posible que ni siquiera tenga reconocimiento formal allí.

Arévalo es académico, diplomático e hijo de un presidente progresista de mediados del siglo XX, y su elección marcó un despertar político en una población cansada de la corrupción y la impunidad.

“Me siento emocionado de que finalmente estemos llegando al final de este largo y tortuoso proceso”, dijo Arévalo antes de su toma de posesión. “La sociedad guatemalteca ha desarrollado la determinación de decir 'no' a estas élites político-criminales”.

Pero por mucho que Arévalo quiera cambiar las cosas, enfrenta enormes obstáculos. Su postura anticorrupción y su estatus de outsider son amenazas a los intereses profundamente arraigados del país centroamericano, dicen los observadores.

Aún así, el hecho de que haya llegado hasta aquí es una prueba del apoyo internacional y la condena a los numerosos intentos de descalificarlo.

Para muchos guatemaltecos, la toma de posesión representó no sólo la culminación de la victoria de Arévalo en las urnas, sino también la exitosa defensa de la democracia del país.

El hecho de que Arévalo llegara al día siguiente de su toma de posesión se debió en gran parte a los miles de indígenas de Guatemala que salieron a las calles el año pasado para protestar y exigir que Porras y sus apoderados respetaran el 20 de agosto. Muchos han pedido su renuncia, pero su mandato recién termina en 2026 y no está claro si Arévalo podrá deshacerse de ella.

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Los fiscales intentaron suspender el partido Movimiento Semilla de Arévalo –una medida que podría impedir que sus legisladores ocupen puestos de liderazgo en el Congreso– y despojar a Arévalo de su inmunidad tres veces.

El viernes, su candidata a vicepresidenta, Karin Herrera, anunció que la Corte Constitucional le había otorgado un amparo que impedía una supuesta orden de arresto.

Los fiscales alegaron que Movimento Semente cometió delitos al recolectar firmas para registrarse como partido años antes, que sus dirigentes alentaron la ocupación de una universidad pública durante un mes y que hubo fraude en las elecciones. Los observadores internacionales lo negaron.

Un aspecto fundamental fue que Arévalo obtuvo temprano y fuerte apoyo de la comunidad internacional. La Unión Europea, la Organización de Estados Americanos y el gobierno estadounidense han exigido en repetidas ocasiones respeto al voto popular.

Washington fue más allá y sancionó a funcionarios y ciudadanos guatemaltecos sospechosos de socavar la democracia del país.

El jueves, el subsecretario de Estado de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, Brian A. Nichols, dijo que el ataque a Arévalo probablemente no terminará con su toma de posesión.

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