Por Zeus Naya, corresponsal jefe en Guatemala
Con motivo del 25 aniversario del trabajo ininterrumpido de la brigada médica cubana en esta nación, celebrado el 5 de noviembre, la doctora Blanco, oriunda de la occidental provincia de Pinar del Río, contó su historia desde su llegada en 2018.
En declaraciones exclusivas a Prensa Latina, la doctora Blanco informó que se encuentra internada en un Centro de Atención Permanente en el municipio de Cobán, cabecera del departamento, a 212 kilómetros de la ciudad de Chapina.
Con experiencia de misiones anteriores en Honduras (2003-2006), Mozambique (2009-2011) y Amazonia, Brasil, (2013-2016), en su primer año aquí atendió las emergencias y a todos los pacientes que llegaban a esa institución de salud.
DESDE EL COMIENZO
Describió esa fase inicial como sin precedentes; “Encontramos enfermedades que sólo vemos cuando estamos estudiando en Cuba”, destacó la profesional y esposa de un ingeniero bancario.
Aquí tienen su dialecto maya y la comunicación es un poco difícil, pero siempre tratamos de hacerlo por señas y adaptarnos unos a otros, señaló el médico, que tuvo que aprender portugués en África.
Se refirió a los nacimientos de mujeres gravemente enfermas, niños desnutridos, con marasmo o kwashiorkor, cuya salud estaba muy deteriorada por su propia condición.
“La ciudad de Cobán es muy hermosa, hace frío y no hay mucha pobreza, pero cuando llegas a las comunidades te encuentras con situaciones realmente impactantes”, enfatizó.
Mencionó a los niños de la calle que piden dinero, comida, “llaman a tu puerta si tienes trabajo para cortar el césped, entre otros temas conmovedores”, dijo madre de dos hijos, con un nieto que no conoce.
Pero en general es una población muy amable, agradecida y por el trato que recibieron confesaron que nunca tuvieron un médico amigo, “fueron a la casa, tocaron la puerta porque sabían que estábamos ahí para apoyarlos”. ella dijo.
“A partir de 2019, al regresar de mis primeras vacaciones en Cuba, asumí el rol de coordinador en Cobán, cargo que ocupé durante cuatro años”, dijo el experto.
Además de sus funciones como jefa del equipo de trabajo departamental, la Dra. Blanco programó, organizó y participó en las consultas realizadas durante las jornadas médicas gratuitas.
COVID-19
A juicio de la doctora Blanco, tuvo una brigada excepcional durante la pandemia de la Covid-19, “mi respeto realmente se extiende dondequiera que estén, porque culminaron su trabajo en Guatemala y comenzaron a regresar a Cuba en junio, julio y agosto”, afirmó. .
Enfrentamos mucho el SARS-CoV-2, causante de la enfermedad, porque estábamos prácticamente solos en el hospital, ya que algunos de los profesionales guatemaltecos tenían más de 60 años, recordó.
Manifestó que algunos tenían enfermedades asociadas y entonces la brigada cubana, con una edad promedio de 47 años, dio el paso al frente. “Nos enfermamos y peleamos allí”, recordó.
Mencionó a Mildrecia Vaillant, de Santiago de Cuba, “para ella es mi reconocimiento, fue madre, amiga, nos cuidó, desayuno, merienda, fue algo hermoso”, anotó.
Ella consideró única esa experiencia y comentó que estuvo contagiada y pasó por momentos difíciles, pero logró superarlo con la ayuda de sus compañeros.
Sabíamos que nuestros compañeros pasaban momentos difíciles en Cuba, pero aquí la batalla fue igual de dura, nos llamaban en cualquier momento, reflexionó.
Al principio, destacó, sin recursos tuvieron que comprar medios de protección e incluso fueron llamados en la madrugada para registrar un caso de una persona fallecida en la morgue, a quien debían hisopar.
El trabajo fue duro, afirmó la médica vueltabajo, Pinar del Río, cuyo altruismo, respeto por la vida y amor por los demás la acompañan siempre en sus viajes.
TORMENTAS TROPICALES ETA E IOTA (2020)
Luego de meses difíciles por la Covid-19, la tormenta tropical Eta y la depresión Iota causaron graves daños al país en noviembre de 2020, que debieron afrontar los profesionales de la salud cubanos.
El doctor Blanco aseguró que la inundación en Cobán fue severa y varios de sus compañeros abordaron un helicóptero para colaborar en lugares sin acceso ni comunicación. Trajeron comida (prepararon el caldo típico cubano), donaron ropa y medicinas.
Los médicos llegaron a pueblos y comunidades aisladas para ayudar a las víctimas. Explicó que en Brasil vio gente devorada por cocodrilos, durmiendo en chozas y bañándose en un río con pirañas.
Al finalizar su trabajo en Guatemala, luego de dos años y medio sin ir de vacaciones a Cuba, la doctora Blanco destacó que partió con la satisfacción de haber cumplido con su deber.
La cultura local estuvo marcada por los caldos con güisquil, toda la comida, pero el chile no, y, en cambio, “aquí les gusta mucho lo nuestro, cuando nos vieron pidieron congrí y tostones”, concluyó.
Más de 400 trabajadores cubanos de la salud en Guatemala concluyeron un año arduo, pero con el infinito agradecimiento y cariño de una población mayoritariamente indígena, rural e históricamente discriminada.
La historia del doctor Blanco resume parcialmente la de los verdaderos protagonistas de los millones de casos aquí tratados, de cirugías, nacimientos, vidas salvadas y, sobre todo, de mucho amor compartido por los guatemaltecos.
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