De la prevención de enfermedades a la seguridad alimentaria: los amplios beneficios de la edición de genes
Todos somos conscientes de los retos a los que se enfrenta la humanidad, con una población en crecimiento y unos recursos naturales bajo presión, sumado a otros motivos como el cambio climático, nos encontramos en una situación delicada. Paradójicamente, estamos viviendo uno de los momentos más apasionantes a nivel científico, con importantes avances que prometen grandes beneficios para la sociedad de forma sostenible y segura.
Es fundamental que todos hagamos un esfuerzo y pongamos de nuestra parte, adquiriendo buenos hábitos, gestionando correctamente los residuos y consumiendo con conciencia para afrontar estos retos y garantizar la calidad de vida a medio y largo plazo.
Esto significa que, para garantizar el suministro de alimentos, piensos, combustibles y fibra en calidad y volumen para las generaciones futuras, debemos actuar de forma sostenible. En otras palabras, debemos asegurarnos de que las prácticas de producción y consumo sean lo más respetuosas con el medio ambiente posible: usar menos tierra cultivable, prevenir la pérdida de cosechas, prevenir la deforestación, reducir el desperdicio de alimentos, restaurar los recursos naturales y la diversidad genética. En este sentido, la interacción entre el comportamiento humano, la ciencia y las tecnologías jugará un papel fundamental en la consecución de este objetivo.
Dentro de los requisitos de alimentos y piensos del futuro, la reproducción en general, pero específicamente la reproducción de plantas, será fundamental para nuestro éxito como especie. La historia de la mejora vegetal presenta varios avances importantes, de los que se distinguen 3 hitos: en 1860, el trabajo con diferentes variedades de guisantes realizado por Gregor Mendel, que dio origen a las leyes de la herencia genética; en 1930, con el surgimiento de los primeros cultivos híbridos de maíz; y en 2012, con el desarrollo de la edición de genes y CRISPR-Cas9 en particular.
La generación de herramientas de mejoramiento modernas, como la edición de genes, ofrece oportunidades sin precedentes en varios aspectos:
- Reducen drásticamente el tiempo y los costos de desarrollo y producción;
- Fomentan la “democratización” de las herramientas biotecnológicas, ampliando el número de jugadores. Este factor ya está mostrando cambios importantes en la composición de los desarrolladores de tecnología, ahora desde start-ups hasta grandes multinacionales, desde el sector privado al sector público en todo tipo de economías de países;
- También permiten incluir cultivos más pequeños y huérfanos en un proceso de mejoramiento, diversidad de cultivos, diversidad de rasgos a mejorar, explotar más eficientemente la diversidad genética, todos estos hechos benefician a toda la cadena de valor, consumidores y sociedad;
- Apoyarán la adaptación de diferentes cultivos al cambio climático, el uso del agua y la eficiencia de los fertilizantes, solo por mencionar algunas de las nuevas aplicaciones de las nuevas técnicas de mejoramiento (las llamadas NBT).
A pesar de que la edición genética ha demostrado ser una gran aliada de la agricultura, las nuevas tecnologías de mejoramiento vegetal todavía enfrentan algunos obstáculos que retrasan su adopción, principalmente en términos de regulación.
Las reglamentaciones biotecnológicas existentes para los OGM han establecido un entorno regulatorio muy complicado y oneroso, así como barreras comerciales sin base científica que podrían afectar el uso de NBT y otros desarrollos. También enfrenta el desafío de la aceptación por parte de los minoristas y los consumidores, y la comunicación hacia y desde estas partes interesadas puede definir el futuro de estas oportunidades.
Los países que están más avanzados en el desarrollo de un marco regulatorio viable para NBT son los principales países productores y exportadores de alimentos y piensos de América Latina. Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, Guatemala y Honduras ya cuentan con normativas que incentivan la innovación.
Si miramos de cerca estas regulaciones, encontramos que durante su desarrollo estos países han separado claramente las regulaciones de OGM y OGM. Toda la normativa se ha desarrollado dentro de las leyes u ordenanzas biotecnológicas existentes en cada país. El concepto básico es separar las regulaciones de OGM de las regulaciones de NBT.
Algunos conceptos a tener en cuenta:
- El reglamento está basado en la ciencia y todos evalúan cada proyecto caso por caso;
- Los organismos reguladores definen claramente si un proyecto/producto se considera OGM o no, por lo tanto, se regulan como OGM o se consideran productos “convencionales” que se rigen por las leyes de semillas existentes en cada país;
- La normativa permite que los proyectos sean evaluados en una etapa temprana o incluso en la etapa de diseño, a través de una “fase de pre-consulta” que abre oportunidades para una mejor planificación de proyectos e inversiones;
- Las autoridades regulatorias latinoamericanas interactúan constantemente tratando de armonizar las regulaciones.
El fitomejoramiento es fundamental para aumentar la productividad agrícola, adaptar la agricultura al cambio climático y mejorar los alimentos y piensos nutricionales, proporcionando beneficios a los consumidores, los agricultores y la sociedad en general. Además, estas tecnologías son ampliamente accesibles y pueden ayudar a democratizar los beneficios de la ciencia. Pero para aprovechar su potencial y promover una mayor inversión y desarrollo, es esencial abordar el marco regulatorio, legal y comercial desde una perspectiva científica más que política. En última instancia, si la política y la ciencia van de la mano, lograremos una agricultura sostenible, mejores alimentos y una vida mejor en general.
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