Cuando llueve a cántaros: pandemia y desastres naturales desafían las economías centroamericanas
COVID-19 no perdonó a Centroamérica. Los casos confirmados se multiplicaron a más de 600.000 en noviembre, y el número de muertos superó los 14.000.
Los países tomaron medidas de contención inmediatas, las más estrictas se aplican en el Triángulo Norte de El Salvador, Guatemala y Honduras, en medio de capacidades inadecuadas de pruebas y detección y acceso limitado a servicios básicos de salud. La capacidad hospitalaria y el equipo de protección insuficientes, la alta pobreza y, en algunos casos, las ciudades densamente pobladas han empeorado el número de personas. Los bajos niveles de pruebas y los informes deficientes en algunos países sugieren que la situación puede ser incluso peor que las estadísticas oficiales.
El precio económico también fue elevado. El choque comercial fue particularmente fuerte en El Salvador, Nicaragua y Panamá (a través de una fuerte caída en los menores ingresos por tráfico en el Canal).
Las llegadas de turistas se redujeron drásticamente en Costa Rica y República Dominicana, donde los ingresos por turismo representaban entre el 6% y el 10% del PIB antes de la pandemia.
En promedio, los bloqueos contribuyeron alrededor del 70% a la desaceleración, especialmente en Panamá, El Salvador y República Dominicana, lo que refleja la combinación de estrictas medidas de contención y una mayor participación de sectores de contacto intensivo.
temporada de huracanes
Múltiples desastres naturales han incrementado la destrucción económica y aumentado el riesgo de agravar la pandemia: dos tormentas tropicales en junio en El Salvador; una sequía severa en Honduras; y dos recientes huracanes consecutivos de categoría 4 que azotaron a Nicaragua, Guatemala y Honduras con especial dureza.
Varios factores han contribuido a mitigar los choques dobles en la salud y el clima, en particular el sólido desempeño agrícola y, desde mayo, una fuerte recuperación de las remesas, de las que dependen en gran medida la mayoría de los países centroamericanos. Los precios más bajos del petróleo han beneficiado a la región, un importador neto. Las exportaciones de equipos médicos compensaron parcialmente la caída del turismo en Costa Rica.
Sin embargo, dado que es poco probable que el turismo y el comercio regresen a los niveles anteriores a la pandemia en el corto plazo, se espera que el PIB real se contraiga drásticamente en 2020, en casi un 6%, desde un -2% en Guatemala hasta un -9% en El Salvador y Panamá. . La velocidad de la recuperación dependerá de la exposición de los países a la economía mundial; la severidad de las medidas de contención a medida que las infecciones continúan aumentando; la disponibilidad de vacunas; y su capacidad para mantener políticas de apoyo. El impacto económico de los recientes desastres naturales, aún en evaluación, puede reducir aún más estas estimaciones.
Más con menos
Un amplio apoyo fiscal y monetario ayudó a mitigar el impacto económico y social. La mayoría de los países han aumentado el gasto, extendiendo subsidios y transferencias para llegar al sector informal, que representa hasta el 60% de los empleos en algunos países (por ejemplo, en Guatemala y Honduras). Los países otorgaron alivio fiscal temporal a los principales sectores económicos y brindaron respaldo de liquidez y alivio del crédito mediante recortes de tasas, facilidades crediticias, garantías crediticias y tolerancia regulatoria.
El costo fiscal de estas medidas ha sido significativo, comprimiendo las ya tensas finanzas de los países y provocando un aumento de la deuda pública. Pero será necesario que continúe el apoyo específico para resolver la emergencia sanitaria, apoyar la incipiente recuperación y evitar que sigan aumentando los ya elevados niveles de pobreza, desigualdad y desempleo.
La asistencia financiera de emergencia del FMI y otras instituciones multilaterales ha proporcionado un alivio temporal y la mayoría de los países han emitido deudas en los mercados internacionales. Pero las necesidades de financiamiento siguen siendo grandes, con un promedio del 9% del PIB durante los próximos tres años, en medio de condiciones de financiamiento estrictas. Algunos países ya han solicitado apoyo adicional del FMI, que podría catalizar el financiamiento y anclar sus programas de ajuste.
El camino por delante
De cara al futuro, será necesaria la consolidación fiscal para reconstruir la salud financiera de los países, y un amplio diálogo político y social será fundamental para generar apoyo para planes graduales, transparentes y sostenibles a medio plazo. Se debe priorizar el gasto hacia redes de seguridad social adecuadas y bien focalizadas para proteger a los vulnerables, y las inversiones públicas eficientes en salud, educación, infraestructura y tecnología para reducir las brechas existentes de habilidades e infraestructura y aumentar la resiliencia a futuras crisis.
Las reformas estructurales ambiciosas deberán complementar las acciones macropolíticas para impulsar la competitividad y aumentar el potencial de crecimiento, reducir la desigualdad y la informalidad, apoyar una recuperación sólida y ecológica y crear resiliencia a las crisis climáticas. Las autoridades regionales ya están avanzando en esta dirección, preparando un plan de reconstrucción que prioriza la financiación de proyectos que se adapten y respondan a los efectos del cambio climático.
El sistema financiero requerirá atención, ya que es probable que la pérdida generalizada de puestos de trabajo y el cierre de empresas afecten la salud de los bancos. Las autoridades supervisoras deberán respaldar el uso flexible de reservas de capital y liquidez de conformidad con las normas internacionales, al tiempo que monitorean de cerca los riesgos de estabilidad financiera y se preparan para eliminar las medidas de apoyo cuando sea necesario.
Al recuperarse de la emergencia sanitaria, la región enfrentará varios desafíos en el camino hacia una recuperación económica inclusiva y sostenible. Requerirá una cuidadosa eliminación de las políticas de emergencia para reducir los riesgos de sostenibilidad de la deuda, al tiempo que se protege la incipiente recuperación y el tejido social. Será necesario acceder a préstamos multilaterales adicionales y financiación del mercado para satisfacer las considerables necesidades de financiación a medio plazo.
Este artículo se basa en el trabajo conjunto de equipos de países del FMI que trabajan en Centroamérica, Panamá y República Dominicana.
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