Guatemala espera la toma de posesión del nuevo presidente después de meses de batallas legales
presidente electo de guatemala Bernardo Arévalo Está previsto que preste juramento el domingo por la tarde. Pero, como casi todos los días desde su contundente victoria electoral el 20 de agosto, la toma de posesión estará marcada por dudas y tensiones.
El fiscal general aún en funciones, Consuelo Porras, intentó todos los trucos legales posibles para que fuera juzgado o encarcelado antes de asumir el cargo. Y el de Arévalo Festival del Movimiento de Semillas no tendrá mayoría en el Congreso y es posible que ni siquiera tenga reconocimiento formal allí.
Y ni siquiera está claro si los líderes del Congreso -que se oponen a Arévalo- asistirán a la toma de posesión, lo que podría generar dudas jurídicas, porque deberían asistir.
Arévalo es académico, diplomático e hijo de un presidente progresista de mediados del siglo XX, y su elección marcó un despertar político en una población cansada de la corrupción y la impunidad.
“Me siento emocionado de que finalmente estemos llegando al final de este largo y tortuoso proceso”, dijo Arévalo antes de su toma de posesión. “La sociedad guatemalteca ha desarrollado la determinación de decir 'no' a estas élites político-criminales”.
Pero por mucho que Arévalo quiera cambiar las cosas, podría enfrentar enormes obstáculos. Su postura anticorrupción y su estatus de outsider son amenazas a los intereses profundamente arraigados del país centroamericano, dicen los observadores.
Aún así, el hecho de que haya llegado hasta aquí es una prueba del apoyo internacional y la condena a los numerosos intentos de descalificarlo.
Para muchos guatemaltecos, la toma de posesión del domingo representa no sólo la culminación de la victoria de Arévalo en las urnas, sino también la exitosa defensa de la democracia del país.
La inauguración tendrá un tono festivo: cumbia y salsa están previstas para una gran celebración en la emblemática Plaza de la Constitución de la Ciudad de Guatemala.
El hecho de que Arévalo llegara al día siguiente de su toma de posesión se debe en gran medida a los miles de indígenas de Guatemala que salieron a las calles el año pasado para protestar y exigir que Porras y sus apoderados respeten el 20 de agosto. Muchos han pedido su renuncia, pero su mandato recién termina en 2026 y no está claro si Arévalo podrá deshacerse de ella.
Los fiscales intentaron suspender el partido Movimiento Semilla de Arévalo –una medida que podría impedir que sus legisladores ocupen puestos de liderazgo en el Congreso– y despojar a Arévalo de su inmunidad tres veces.
El viernes, su candidata a vicepresidenta, Karin Herrera, anunció que la Corte Constitucional le había otorgado un amparo, impidiendo una supuesta orden de arresto. Los fiscales alegaron irregularidades en la forma en que Movimento Semente recogió firmas para registrarse como partido años antes, que sus dirigentes alentaron la ocupación de una universidad pública durante un mes y que hubo fraude en las elecciones. Los observadores internacionales lo negaron.
Un aspecto fundamental fue que Arévalo obtuvo temprano y fuerte apoyo de la comunidad internacional. La Unión Europea, la Organización de Estados Americanos y el gobierno estadounidense han exigido en repetidas ocasiones respeto al voto popular.
Washington fue más allá y sancionó a funcionarios y ciudadanos guatemaltecos sospechosos de socavar la democracia del país.
El jueves, el subsecretario de Estado de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, Brian A. Nichols, dijo que el ataque a Arévalo probablemente no terminará con su toma de posesión.
Durante el gobierno de Porras, los fiscales y jueces del país que lideraron este esfuerzo se convirtieron en objetivos, lo que obligó a decenas de personas a huir del país o ser arrestadas.
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